lunes, 8 de junio de 2015

¿Qué queda tras un San Isidro?

Anoche me quedé dormida con una vieja canción de Charles Trenet titulada Que reste-t-il de nos amours. "Esta noche, el viento que golpea mi puerta me habla de los amores muertos delante del fuego... ¿Qué queda de nuestro amor? ¿Qué fue de los días soleados?".

Ce soir le vent qui frappe à ma porte
Me parle des amours mortes
Devant le feu qui s' éteint...
Que reste-t-il de nos amours?
Que reste-t-il de ces beaux jours?


La letra va describiendo los restos de aquel amor: una vieja foto, flores secas guardadas en un libro, las citas de abril... Trenet canta sin tristeza. Al final, ¿qué queda tras un San Isidro? Poco menos que un recuerdo que nos persigue constantemente, como en la canción de Trenet. El toreo es efímero: las faenas no se esculpen, ni se plasman en lienzos, ni se graban en discos... ni siquiera se escriben. Suceden, nos emocionan o nos enseñan... et après, ils sont un souvenir qui nos poursuivons sans cesse. 


Entre esos recuerdos, surgen algunos nombres... De torero bueno, Sebastián Castella, quien ha conseguido no poca cosa: estar a la altura de dos magníficos toros, "Lenguadito" y "Jabatillo". Por original -rozando lo inverosímil-, Alejandro Talavante en la corrida de Juan Pedro Domecq. Por temple, gusto y clasicismo, Morenito de Aranda, tanto en el aperitivo de la Feria de la Comunidad (Puerta Grande) como en la tarde de Valdefresno. Por valor y ganas, López Simón, a quien sacaron a hombros la tarde de Las Ramblas. Manuel Escribano también estuvo hecho un tío con aquel Adolfo llamado "Baratero" que le arrancó la medalla del cuello. Lo de Rafaelillo con los Miuras fue emoción en estado puro (como escribió la aristócrata Mary Montagu, "Después de la propia sangre, lo mejor que el hombre puede dar de sí mismo es una lágrima"). Juan del Álamo volvió a confirmar que sabe torear... y que merece entrar en más ferias. Fernando Robleño, sin haber cortado orejas, ha echado un San Isidro soberbio bailando siempre con la más fea. Ante los Adolfos, Urdiales también pintó varios carteles de toros. Se me viene a la memoria una estocada hasta la bola de Juan Bautista a uno de Alcurrucén y otra de Joselito Adame recibiendo a uno de El Montecillo. Y, por supuesto, imposible olvidar la heroicidad de Jiménez Fortes con la cornada más dramática de los últimos meses. Entre los novilleros, se llevó la palma el peruano Andrés Roca Rey.

Obras de Tico de la Rosa

En el "álbum ganadero", varias fotos: "Jabatillo" de Alcurrucén, "Lenguadito" de El Torero, "Mensajero" de Parladé y "Agitador" de Fuente Ymbro. La mejor corrida, indiscutiblemente, fue la lidiada por Juan Pedro Domecq el 29 de mayo.

Y entre los hombres de plata, Juan José Trujillo, Ángel Otero, Roberto Martín "Jarocho", Luis Carlos Aranda, David Saugar "Pirri" (herido en la de Victorino), Fernando Sánchez, Pascual Mellinas, Curro Javier, Domingo Siro, Marco Galán (herido en la de Miura), Joselito Rus, Rafa González... De los picadores, Pedro Iturralde con Fuente Ymbro, Tito Sandoval y Paco María con los Victorinos, Óscar Bernal con uno de Victoriano del Río... y algunos más que me dejo en el tintero (es el problema de escribir "de memoria").

Que reste-t-il de ces beaux jours? Al margen de lo sucedido en la arena, un San Isidro deja otros recuerdos, muy buenos de hecho. Cada año, esta feria pasa más deprisa... Un mes después, tras 31 tardes de toros, sigue sin llover sobre Madrid.

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