lunes, 13 de abril de 2015

En el pajar de Juan Belmonte


Antonio Ruiz Rodríguez nació el 29 de marzo de 1943 en el pueblo sevillano de Espartinas. Aunque en su familia no había antecedentes taurinos, cuando cumplió los 14 años, se marchó de casa para trabajar en la mítica finca de los Guardiola, El Toruño. Allí, Antonio era el encargado de echar el pienso a los toros y, de vez en cuando, pegaba algún capotazo a las vacas. Cuando terminó aquella etapa, el chaval de Espartinas se trasladó al pajar de Gómez Cardeña. Pronto Belmonte se percató de su presencia y preguntó a los vaqueros quién era aquel muchacho que se había instalado en el pajar. Le respondieron que un espartinero que pretendía ser torero y se negaba a irse de la finca. "El Pasmo" le hizo llamar para hablar con él, bautizándole desde entonces "El Remendao", por los muchos cosidos que poblaban su viejo pantalón. Con la generosidad de los grandes señores, Belmonte le regaló ropa nueva y le adecentó una habitación en Gómez Cardeña. A cambio, "El Remendao", profundamente agradecido, cuidaba los caballos y las monturas en el guadarnés del maestro.


Sobra decir que aquel muchacho con pantalones remendados era "Espartaco padre", quien llegó a tomar la alternativa en 1966, en la plaza de toros de Huelva. Años después, declaraba en una entrevista realizada por Francisco Mateos: "Hay muchos toreros, pero figuras sólo pueden ser unos pocos elegidos, porque se tienen que reunir una serie de cualidades muy importantes, y por eso todo el mundo no puede ser figura. A mí, Belmonte me puso en el camino para ser figura, y si no llegué a serlo es porque algo fallaba. De mí, los que me han visto, siempre han dicho que tenía mucho valor, pero que me faltaba cabeza. Hay una anécdota de Belmonte, que, después de verme en una plaza, me dijo que nada más saliera el toro me pusiera detrás del burladero y me agachara para que viera que tenía los cojones más grandes que los míos. Con ello quería decirme que en el toreo no todo se basa en el valor".


Hace poco más de una semana, Antonio Ruiz le cortó la coleta a su hijo en La Maestranza. Tras el triunfo, y huyendo de la algarabía que se había formado en el hotel, los Espartacos se reunieron, como tantas noches, en la casa familiar para cenar una tortilla de patatas.


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