domingo, 2 de noviembre de 2014

Día de Difuntos

 
Todos los demonios del Infierno y el Purgatorio te lleven, octubre de sudores pegajosos como de fiebres y calenturas, de tardes con amarilleos de ictericia, de luces densas que caían como un peso sobre los seres y las cosas, de calores que se pegaban como telarañas tibias, de tierras sedientas, de verdes marchitos, de hojas quietas, de veletas inmóviles, de flácido caer de ropas tendidas, de ventanas estérilmente abiertas a brisas y corrientes, de artificiales sofocos de invernadero. Todos los demonios del Infierno y el Purgatorio te lleven octubre deforme y contra natura, por haberte encarnizado con el verano prolongando su agonía hasta los Santos y los Difuntos.

Y bienvenido sea el dichoso mes que empieza con Todos los Santos y termina con San Andrés: el suave noviembre de crisantemos y suspiro de ánimas, de puerta ojival abierta de par en par para que la luz y el incienso rebosen de San Juan de la Palma, de triduo en la Magdalena, de memorias y recogimientos, de quietud y silencio. Porque calor y ruido van tan unidos como lo están el frío y la calma. Bienvenido sea el dulce, melancólico y contenido adagio de noviembre que preludia el allegro del Adviento que estallará, en su último domingo, con la fanfarria de trompetas, flautas, oboes y timbales del Oratorio de Navidad de Bach [...]

(Carlos Colón Perales)
 

 
Caen y rondan entorno del agua
como si fuera su decir: llorad.
Tañen las campanas silencio sin amparo
como si fuera su tañed: llorad.
 
Llorad los anclados en la sombra y en la muerte,
los desnudos sumergidos en la tierra pálida;
su mezcla fiel fluye mansamente
extinguiéndose al tacto de la corpórea
presencia.
 
Unge el búho la vida estéril
que enciende la dudosa llama amarilla del
recuerdo.
Presagian los perros la profunda verdad de los
ataúdes.
Y su oído hace eco a la nocturna servidumbre
de los muertos.
 
Las sombras lloran; las sombras dicen: llorad
llenos de horror y luto
los anclados en la vida de la muerte
eternamente.
 
Quien ahora
no tiene con sus pies bajo el mundo
largas filas de muerte horizontable,
negará para siempre lo que es llama y silencio.
 
(Manuel Cuña Novás)

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