viernes, 4 de julio de 2014

La llegada del tren... a veces, sin frenos


"Satisfechos con los ensayos iniciales, los Lumière decidieron efectuar una presentación pública de su invento [el cinematógrafo] en la capital [París]. Un amigo de Antoine Lumière, el fotógrafo Clément Maurice, fue el encargado de gestionar la búsqueda de un local idóneo para llevar a cabo la presentación. El local que eligió finalmente Clément Maurice fue un saloncito situado en el sótano del Grand Café, en el número 14 del Boulevard des Capucines, elegante arteria de la orilla derecha del Sena, situada entre la Ópera y la Madeleine. El saloncito había sido bautizado con el presuntuoso nombre de Salon Indien y utilizado como sala de billares hasta que, unas pocas semanas antes, la prefectura de policía ordenó la clausura de las salas de esta clase, que se habían convertido en un terreno abonado para fáciles ganancias de los jugadores poco escrupulosos.

 
La sala era de dimensiones reducidas, tal como convenía a los Lumière, ya que pensaban que un fracaso pasaría así más inadvertido, mientras que un éxito provocaría aglomeraciones sensacionales en la entrada del local [...] Los inventores eligieron para la presentación del cinematógrafo la semana de Navidad, durante la cual los bulevares parisinos suelen estar atestados de viandantes, que pasean contemplando los escaparates de los comercios. Se estableció que el precio de la entrada sería de un franco y que se celebraría una sesión cada media hora [...] La fecha elegida para la presentación del cinematógrafo fue el 28 de diciembre de 1895 [...] Sin embargo, tan sólo algunas de las personas invitadas asistieron a aquella proyección histórica y el aspecto de la sala antes de comenzar la sesión no era muy alentador. Algunos transeúntes ociosos, que tenían media hora que perder, decidieron bajar los peldaños que conducían hasta el Salon Indien.
 

Aseguran las crónicas que flotaba en la sala, antes de comenzar la proyección, un ambiente de frío escepticismo. Este sentimiento duró todo el tiempo que las luces permanecieron encendidas, pues al apagarse, un tenue haz cónico de luz brotó del fondo de la sala y al estrellarse contra la superficie blanca de la pantalla obró el prodigio. Apareció, ante los atónitos ojos de los espectadores, la plaza Bellecour, de Lyon, con sus transeúntes y sus carruajes moviéndose. Los espectadores quedaron petrificados [...] La cinta La llegada del tren provocaba el pánico en la sala, pues los espectadores creían que la locomotora se les iba a arrojar encima. Esta inocente peliculita asustaba tanto a las damas y ponía tan nerviosos a los caballeros porque resultaba excesivamente realista para su mentalidad precinematográfica".
 
Román Gubern, Los fantasmas del Salon Indien
 
 
Efectivamente, en diciembre de 1895, los parisinos huían despavoridos del Salon Indien con sólo intuir el resoplido del tren de los Lumière. No era para menos. Hay un detalle que ha pasado inadvertido en todos los manuales sobre Historia del Cine que he leído. Exactamente ese mismo año, el 22 de octubre del 85, la locomotora de vapor de un Exprés que cubría la ruta Granville-París, atravesó la fachada de la estación de Montparnasse a causa de un fallo en los frenos. El accidente fue tan espectacular que creó una verdadera psicosis en la población. Milagrosamente, los 131 pasajeros y los dos conductores de aquel convoy salieron vivos del trallazo, siendo la única víctima mortal una mujer que, en mala hora, pasaba por la calle. Son los peligros de esperar el silbido del tren...
 
 
Je pouvais t´imaginer, toute seule, abandonnée
Sur le quai, dans la cohue des "au revoir".
Et j´entends siffler le train,
Que c´est triste un train qui siffle dans le soir...




No hay comentarios:

Publicar un comentario