martes, 3 de junio de 2014

El caso del señor vestido de violeta

La noche del 17 de abril de 1954, en el Teatro de la Comedia, Miguel Mihura estrenó El caso del señor vestido de violeta, la historia de Roberto Zarzalejo, un torero científico interpretado por Fernando Fernán-Gómez. Este matador era tan extremadamente meticuloso y erudito, que analizaba las fotos de los toros antes de lidiarlos en la plaza. Incluso, ordenaba hacerles un análisis de sangre. A su cuadrilla, el picador Patas Largas (Joaquín Regález) y el banderillero Carnicero (Manuel Alexandre), les tenía terminantemente prohibido hablar con acento andaluz, a pesar de que ambos habían nacido en Sevilla y eran muy devotos de la Macarena. Todas estas manías del maestro servían, cómo no, para disimular un profundo miedo...
 
 
El siguiente fragmento tiene lugar en la casa de Roberto Zarzalejo,
la mañana antes de la corrida.
 
ROBERTO-. ¡Nada de compare! ¡No olviden, señores, que yo soy el torero de la aristocracia! ¡El íntimo de la familia real inglesa! ¡El proveedor de la Real Casa!...
 
PATAS LARGAS-. ¡Pero don Roberto de mis carnes!...
 
ROBERTO-. ¡Ni carnes, ni cuernos! (Arrepentido, tocando madera). Y ustedes perdonen que pronuncie esta palabra antes de la corrida... Pero si no están conformes con pertenecer a mi cuadrilla, ingresen en la de los siete niños de Écija, donde se podrán expresar con esos modales impertinentes...
 
PATAS LARGAS-. (Esforzándose por no hablar en andaluz). Eso tampoco, señor Zarzalejo...
 
CARNICERO-. (Igual). Nosotros procuraremos ser lo más educados que podamos.
 
PATAS LARGAS-. Sobre todo, no debe usted alterarse por cuestión tan obvia...
 
ROBERTO-. Muy bien. Así... Y ahora volvamos al trabajo (A PATAS). Acérquese. Aquí, sobre las fotografías, le he marcado con unas iniciales los lugares exactos donde ha de picar el primer toro... Éste recibirá tres puyazos: en A, B y C. El segundo toro, según está tan aumentado de glóbulos, recibirá cuatro puyazos, marcados en A, B, C y D. Obsérvese bien que D, a escala, está a unos diez centímetros de A. ¿Entendido?
 
PATAS LARGAS-. ¿No lo voy a entendé?... Pero si está clarísimo... Lo que usted quiere es que me los cargue...
 
ROBERTO-. Quédese con los planos, y cállese.
 
PATAS LARGAS-. Sí, señó...
 
CARNICERO-. ¿Y yo, don Roberto, le tengo que agachá la cabeza al bicho?
 
ROBERTO-. Al primero se la agachará usted muy levemente. Respecto al segundo, le daré instrucciones en el lugar de acción...
 
CARNICERO-. Está bien, don Roberto... ¿Desea usted alguna otra cosita?
 
ROBERTO-. Deseo, señor Canales, que no vuelva a poner banderillas de papeles chillones y extravagantes. Nada de rojos y morados y amarillos... Para las banderillas debe elegir un gris perla, o un beige muy claro...
 
CARNICERO-. Sí, zeñó... Lo que usted mande...
 
ROBERTO-. ¿Habló con el director de la banda?
 
CARNICERO-. Ya le di el mandao... Le dije que cuando torease el señó no tocase pasodobles...
 
ROBERTO-. Exactamente... Me molesta esa música canalla... Prefiero que toquen Chopin, o Mozart, o, en el peor de los casos, Bizet... Y nada más, señores... A las cuatro en punto en la Plaza de las Ventas, Alcalá, 213. No lo olviden...
 
PATAS LARGAS-. No, señó; descuide...
 
CARNICERO-. ¿Dónde va uno a meterze azí vestío....?
 
ROBERTO-. (Le pone derecha la corbata a CARNICERO). La corbata, en su sitio. Y lávense las manos antes de salir al redondel...
 
CARNICERO-. Zí, zeñó...
 
PATAS LARGAS-. A las güeñas tardes...
 

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