sábado, 17 de mayo de 2014

¿Y a usted no le marea el puro?

Los puros se crían en las plazas de toros, y el verdadero negocio de los empresarios de toros es el cultivo de los puros, ya que los toros se los matan todos los toreros con un sable y no ganan bastante dinero para comprar toros, con lo caros que están.
 
 
Para que salgan buenos puros con sortija, los empresarios llenan su plaza de hombres gordos con una corbata colorada, los tienen allí un rato al sol sentados en el suelo, después los riegan y, al final, sueltan un toro y un torero para disimular. A los pocos minutos empiezan a salir puros de los señores gordos, como si fueran melocotones, y entonces el empresario los coge, ayudado por un acomodador y un monosabio, y los mete en una cajita de madera y se los manda a un amigo que le ha hecho un favor, que a su vez se los manda a otro amigo que también le ha hecho otro favor, pero que, como no fuma puros, se los manda al empresario de toros para que haga el favor de mandarle una entrada de sol y sombra, que es la buena, ya que así se le pone un lado moreno y el otro no.
 
 
El puro, en el fondo, es como un torero mulato con su faja colorada y, como al torero, lo que más le gusta es pasearse por la calle Alcalá para que le salgan las vendedoras de lotería y las gitanas. [...] A los puros, después de sus paseos, les gusta ir al café a tomar café y copa, a hablar de las reales hembras y a beber agua fresca, y el puro, con su flamenquería, influye en los señores que lo fuman, que terminan por ser unos conquistadores irresistibles y echar unos piropos tremendos a todas las señoritas, por feas que sean [...] Lo que más le molesta al puro es quedarse en casa después de comer, y cuando alguien lo enciende en el comedor, empieza a oler mal y a echar toda su ceniza encima de los trajes de la gente, y toda la familia se marea y se pone mala, como si hubiese habido algún incendio.
 
 
Las esposas aborrecen los puros, porque saben que es el amigo malo del marido, el que les lleva a las juergas y el que les hace jugarse el sueldo en el frontón. Saben que con un puro sus esposos no podrán ir a la ópera, que es el sitio más serio, y, como consecuencia, en cuanto ven un puro en el bolsillo del marido, van y se lo fuman.
 
LA CODORNIZ
 
El olor a puro recién encendido asalta a los caminantes que bajan Alcalá hacia Ventas.
Sólo existe un aroma mejor: el de pan horneado

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