sábado, 22 de marzo de 2014

Matanza de primavera


Era una vez un matrimonio que tenía un hijo, y le querían mucho, y un año por Nochebuena, que estaban haciendo la matanza, se murió el hijo. Y entonces los padres no hacían más que llorar, y decían:
- Hijo mío, ¿qué vamos a hacer con la matanza? ¿Quién se va a comer la matanza?


Y vivía al lado uno que era carpintero y dijo: "¿Cómo me la arreglaría yo pa comerme la matanza de estos hombres?". Conque, pensando, pensando, una noche se subió al tejado y se asomó por la chimenea, y estaban llorando los dos abajo de la chimenea:
- Ay, nuestro hijo; ¿quién se va a comer la matanza?

Y dice el carpintero desde arriba:
- Madre...
- Hijo, ¿dónde estás?

- Es que me ha mandao San Pedro porque en el cielo tenemos mucha hambre y como yo sabía que tenían la matanza...
- Pero hijo, y... ¿qué quieres que te mande?
- Pues lo que usté quiera; unos chorizos, jamón; todo nos viene bien.
- Y ¿cómo te lo vas a llevar?
- Pues yo le mando un cubo que me ha dao San  Pedro. 

Conque echó una cuerda con el cubo por la chimenea, lo llenó y lo tiró pa arriba y dice:
- Me voy corriendo que me están esperando. Otro día volveré.

- Sí, hijo; vuelve que te doy más.

 

Y así pasaron muchos días, hasta que se acabó la matanza, y ya el último día dice la madre:
- Hijo, ya no tenemos matanza pa darte. ¿Ya no vas a venir a vernos?
Fíjate, en todo el tiempo que no te he visto; no sé si estás delgado o gordo... ¿No te podrías asomar y te veíamos un poquito?


Y dice el carpintero: "Ahora si me asomo me conocen. ¿Qué hago yo?"
- Anda, hijo, no te vayas; asómate que te veamos la cara.

Conque va el carpintero, se baja los pantalones y se sienta en la chimenea; y se pone a mirar la madre y dice:
- ¡Ay, hijo, hijo! ¡qué cara tan hinchada y qué ojo tan hundido!


*Nota: no entiendo bien la moraleja de este cuento popular: ¿tras comer los productos de la matanza se le pone a uno cara de culo? ¿Nunca debemos hacerle caso a las madres cuando se preocupan por si estamos demasiado delgados? Sea como fuere, es una historia que viene a las mil maravillas para acompañar a las fotos de una matanza popular en la España profunda. Cuando llega la primavera, en algunos pueblos de Castilla, al son de tamborileros, todavía descuartizan un cerdo para celebrar el comienzo del buen tiempo con morcillas, probatura y panceta frita.

 

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