sábado, 22 de febrero de 2014

Por aquí pasó la vida

"Como un lobo de hiedra sube el viento
entre ruinas de noche mal dormida
y me llama otra vez como aquel día
tremendo en que la Muerte joven, nueva...

venía envuelta en él.
Corazón mío,
duerme tranquilo por si no despiertas".
(César González-Ruano)
 

Éste es el Madrid de Amalia Avia Peña (1930-2011), a quien Cela llamó "la pintora de las ausencias", la amarga cronista del "por aquí pasó la vida". En sus cuadros plasmó las calles, comercios y fachadas de una ciudad triste por la postguerra. Ella no reflejó al hombre, sino la huella, la terrible huella de lo humano.
 
 
"¿Quién, quiénes, cómo, cuándo, pisaron estas mismas piedras antes que nosotros? ¿Quién huyó por aquí? ¿Quién, por aquí, buscó no sabemos qué encuentro? ¿Qué nieves por estas piedras resbalaron sus blancas, derretidas manos crueles, bondadosas, de ángel o de abstracto criminal de la noche pura, de la infame noche? ¿Qué soles las dieron temperatura humana, luz, color, categoría de oro, circunstancia en promesa? ¿Qué carro cruzó, pesado y lento, arrancando a estas piedras gemidos, desgarrando su piel pulida por mil lunas, quebrando su entraña, marcando fronteras a su unidad antigua? ¿Qué brioso corcel? ¿Qué suave rueda? ¿Qué errante perro de sable heráldico en campo de dudosa luz del día? ¿Qué gato de perdido culto?

Por viejas calles, en dormidas ciudades, nos hemos, piedras, preguntado cosas así a las que sólo contestó el silencio.Y pisamos con respeto, con voluptuosidad, con tanto amor o prisa miedosa vuestro inerte cuerpo, vuestro mudo cuerpo desdeñoso, vuestra confederación de tapa de los sesos de la augusta tierra" (CGR).

 
"Es difícil imaginar las calles desde aquí
verlas con los oídos como ríos poblados,
difícil de pensar que mientras sueño dentro
fuera no duerme nadie todavía....
¿Desde dónde me pones hasta mi horrible noche
el telegrama urgente de tu aliento lejano?
¿Dónde estás ahora mismo, qué voz dura de hombre
te habla mal de tu hombre y me hiere en tu oído?
¿Cómo llevas las uñas desde que no te veo?
¿Malvas, azules, rojas? ¿Descuidadas y tristes
te han crecido en la sombra cerrada de mi ausencia?
¿Rezas en los altares a los santos franceses?
¿Hablas entre los bares con negros policías
para decirles que yo puedo ser útil o ser bueno?
Cuando llega la noche, ¿dejas la puerta abierta
de la casa en que falto o te encierras con llave?
¿Abandonas tu cuerpo desnudo y solitario
entre retratos míos? ¿Oyes misa y te encuentras
a la salida del aire mío, el aire
que viene de mi boca sucia a golpes?
Dime hasta donde llega tu cuerpo estando sola
en la cama del tiempo:
¿te tropiezas más con la Luna cuando andas
o le das la alegría de tu melena al Sol?
¿Habrás crecido ya tres meses justos
de tu anterior tamaño verdadero?
Tu voz es como un hijo nuevo y claro
que me llega al oído cuando duermo.
El color de tus ojos se me olvida
y de repente lo veo en un soldado
puesto sobre sus ojos que me miran
inesperadamente con amor antiguo.
No comprendo qué ocurre, qué le pasa;
este soldado ayer turbio y violento
se turba y no comprende
que el color de sus ojos le convierten
en amor para mí, y enamorado
me da una sopa extraordinaria y tiembla"
(César González-Ruano)
 

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