domingo, 10 de noviembre de 2013

¿Ganarse la vida o vivir de la sopa boba?


El término negocio deriva de las palabras latinas nec y otium, es decir, "aquello que no es ocio". Para los romanos, otium era lo que se hacía durante el tiempo libre sin recibir ninguna recompensa. El negocio, por el contrario, constituía una actividad lucrativa. Sin embargo, desde la nefasta cultura del 68 hasta nuestros días, se confunde con frecuencia el ocio y el negocio, lo que conduce, invariablemente, a pretender vivir del cuento. En el siguiente artículo, Javier Gomá reflexiona con acierto sobre el arte de ganarse la vida:


"La obligación y responsabilidad del auténtico educador es operar sobre las tendencias naturales del pupilo para crear en él una segunda naturaleza -la cultura- que lo transforme en individuo emancipado y crítico con todo y con todos, y muy en particular con respecto a quienes le tutelaron mientras era niño.
 
El proceso de socialización del yo incluye una especialización doble: la del oficio y la del corazón (producción y reproducción). Por un lado, la mayoría de los hombres y de las mujeres, tarde o temprano, se enamoran y, en compañía de la persona amada, fundan una casa. Pero, por otro lado, tanto para fundar una casa como, más genéricamente, para ser independiente, es requisito necesario integrarse en la economía productiva de la sociedad y realizar en ella una labor que estime y remunere. Acertar a encontrar una ocupación pagada, dentro del gran sistema de oficios y profesiones organizado en cada sociedad, es lo que usualmente se designa como ganarse la vida [...] La figura del profesional competente que desempeña su especialidad de forma experta y eficaz, prestando con su trabajo bien hecho un servicio útil a la sociedad, es la personificación más acabada del hombre que sabe ganarse la vida.
 

[...] La locución ganarse la vida indica que la vida no es un regalo. Soñamos, sí, con una vida regalada, pero la inmensa mayoría de los casos pesa sobre nosotros la obligación de trabajar para lograr una posición en el mundo. Durante algunos años, la infancia y la adolescencia, vivimos en una situación de ociosidad subvencionada por los padres, por el Estado. Pero la educación que recibimos tiene la finalidad de hacernos autónomos, dotarnos de los instrumentos para valernos por nosotros mismos [...] Sabemos que hoy a la juventud le resulta difícil y costoso obtener ingresos para pagar esa independencia -piso, alimentos, ocios- y eso explica actitudes dilatorias que prorrogan la permanencia en el hogar familiar y que permiten a esa juventud la aplicación de todos sus medios económicos a la última de las partidas (ocio), compatible a menudo con una reclamación de libertad sin límites en lo tocante a los estilos de vida. 
 
[...] Pero hay también que reconocer que el imperativo de ganarse la vida y de desarrollar alguna especialización profesional ha carecido, desde el Romanticismo a esta parte, de todo prestigio cultural y moral [...] El resultado es la extendida creencia de que el verdadero hombre es aquel que, como el genio, vive exclusivamente para su propio mundo y sus necesidades interiores. En consecuencia, el modo de ganarse la vida se le antoja a este sujeto moderno -artista genial en potencia- algo enojoso, indigno de él, un accidente de la vulgar exterioridad ajena a su mundo".
 
JAVIER GOMÁ LANZÓN

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario