jueves, 24 de octubre de 2013

Mediodía en la venta de Lora del Río

Un canario amarillo que pía dentro de su jaula. Un reloj de Cruzcampo que marca el mediodía. Una red en cada ventana para evitar que entren las moscas. Varios servilleteros vacíos en la mesa donde, a comienzos del invierno, se venden sacos de naranjas “cosecha propia” a 2 euros. Un cartel de “prohibido cantar en este establecimiento” y otro con un rosario de montaditos: lomo, carne mechá, jamón con salmorejo o gambas alioli. Para las tostadas, a elegir entre pan blanquito, redondillo o mollete. Hay aceite de oliva, manteca colorá, sobrasada y zurrapa. Hay zumo de naranja natural. Es época de caracoles.

- ¡Manolo! Ponme otra copita que la anterior ya se ha caío.


A primera hora, media docena de mayorales que trabajan en las fincas aledañas a Lora del Río se agolpaban en la barra, como si se tratara del callejón de una pequeña plaza el día de una corrida concurso de ganaderías. Viven en las casas de Miura, Moreno Silva, La Quinta, Javier Molina. Este año, el tiempo está raro y, al final del invierno, apenas florecieron las varitas de San José.
- Me han contao que está a la venta la finca de Cabra Alta.
- A ver quién compra eso. Yo, sin verla, ya no la quiero. Si ahí se pueden criar cabras, mal terreno. No brota ná.
A esta hora, en la que el sol ya se encuentra casi perpendicular y empieza a hostigar a los toldos verdes y blancos,  los hombres de campo dejan paso a los camioneros que hacen un alto para repostar en la vecina gasolinera del Álamo. La radio recoge la señal de Córdoba, a pesar de que Lora pertenece a la provincia de Sevilla. A 19 kilómetros se encuentra Peñaflor y a 78, Córdoba.


Canta la copla que en Lora -pueblo natal de Gracia Montes- vivía un barquero que soñaba con ser un matador de mucho tronío.

"El verde Guadalquivir,
Pasa por Lora, pasa por Lora,
Lora del Río,
Y dicen que vive allí,
Un barquerito,
Un barquerito muy presumío,
Que quiere ser mataor,
Dice a las niñas de la Ribera,
Y no le importa el amor,
Ni que le canten de esta manera:

Barquerito de Lora, cariño mío,
Se me pasan las horas cruzando el río,
Que te quiero y te quiero, para marío,
Y en tu sueño torero, no ves que muero,
Barquero mío".


El guapo barquerito un buen día se marchó y dejó a las loreñas llorando por su ausencia. Quizá fuera él, ya convertido en matador, aquel torero a quien le cantaba Marifé de Triana...

"Manolo de Lora del Río,
figura y temple de gran torero,
Manolo de Lora del Río,
tus alamares me dieron celos.
[...] Manolo de Lora del Río,
en tu capote tabaco y oro,
escrito te puse, amor mío,
te quiero con tós mis sentíos
y apártate ya de los toros..."

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