jueves, 17 de octubre de 2013

Libros para migar en el café


"Un cortado y un libro, por favor". Hay un lugar en Madrid, con puertas azules y suelo de tarima que cruje al pasar, donde conviven obras de Tolstoi o Albert Camus con  café recién hecho, como si fueran páginas para migar en la leche. Ese sitio se llama La Fugitiva y se encuentra a pocos metros de la Filmoteca Nacional, en la calle Santa Isabel, 7.

 
Una combinación entre cafetería, librería y biblioteca, sin música ni ruido de fondo, donde puedes sentarte y hojear un libro mientras desayunas. O comprarlo y llevarlo a casa. En sus estanterías, encuentras un poco de todo: ensayo, teatro, poesía, novelas, obras sobre cine o música... También tienen algunas revistas interesantes, como los últimos ejemplares de Jot Down. Un plan agradable y barato para las tardes otoñales.

 
El escaso público es igualmente variopinto: resulta fácil ver a un lector tatuado hasta los tuétanos mientras merienda una porción de tarta de queso en una mesita al lado del ventanal. Un claro ejemplo de fusión.

 
Curiosamente, sirven algunos dulces portugueses, muy finos, como pastéis de nata, tortas de Azeitao o queijadas de leite. Se agradece que la misma sociedad que ha apuñalado al Café Gijón aún respete negocios como La Fugitiva.

 
Siempre fugitiva y siempre
cerca de mí, en negro manto
mal cubierto el desdeñoso
gesto de tu rostro pálido.
No sé adónde vas, ni dónde
tu virgen belleza tálamo
busca en la noche. No sé
qué sueños cierran tus párpados,
ni de quién haya entreabierto
tu lecho inhospitalario.

Detén el paso belleza
esquiva, detén el paso.
Besar quisiera la amarga,
amarga flor de tus labios.
 
(Antonio Machado)

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