martes, 30 de julio de 2013

En busca del mejor helado del mundo


Los señores eurodiputados, que están en todo y son unos linces, han aprobado la creación del Día Europeo del Helado Artesano. ¿Y qué fecha han elegido para tan veraniego motivo? El 24 de marzo, coincidiendo con el deshielo y la Semana Santa. Euro-parajódico.
 
 
Dicen que, gracias a los helados, 300.000 personas tienen un puesto de trabajo en el Viejo Continente, donde existen unas 50.000 heladerías. Un poco más hacia el este, en Rusia, también se pirran por los helados. No en vano, el pasado mes de abril, la cadena de yogurt helado Llaollao abrió su primer establecimiento en San Petersburgo y amenaza con montar otro chiringuito en Moscú. ¿Se imaginan ustedes saboreando una tarrina en plena Plaza Roja, a quince grados bajo cero? Curiosamente, el país más heladero del planeta es Nueva Zelanda, seguido de Estados Unidos, Australia y Suiza. ¿Cuál es el sabor más consumido? El de vainilla. ¿Y dónde sirven el mejor helado del mundo? Sobre esta cuestión transcendental debaten cada dos años en Rímini, durante la Coppa del Mondo della Gelateria.
 
Ante Paul Newman no sólo se derriten los helados

Mi hermana antropófago, cada verano, elabora un ranking con sus helados favoritos (la vainilla le parece una simpleza). Todas las tardes camina hasta una heladería de Punta del Moral llamada Popeye y, tras un detenido estudio de las neveras -la que acoge las Cremas Artesanas y las Cremas Premium-, elige un sabor, que luego puntúa con extrema severidad. El top five está compuesto por: "Philadelphia con fresas", "Bombón Noisette", "Limón Glacé", "Fresas con fresitas" y "Chocolate Fondant". Este verano le voy a dar una alegría porque en Popeye hay tres sabores de estreno: "Triple Mix", "Cacahuetes con trocitos caramelizados" y "Crème Brûlée". También he visto por ahí un "Pink Pastel" que me huele a Pantera Rosa y, conociendo su afán catador, seguro que cae.

 
Hasta no hace mucho, en este país subsistíamos con fresa, nata, vainilla y chocolate. Teníamos menos sabores, pero valores más sólidos... y menos eurodiputados:

Manuela la del puesto vendía los helados que ella misma hacía en su casa. Algunas tardes, antes de que con su pregón se acabara solemnemente la siesta en el pueblo serrano del veraneo, íbamos a verla hacer los helados. Era una mágica barrica de corcho, sobre la que tenía colocada una manivela con la que dos aspas daban dentro vueltas a la dulce melaza del helado de vainilla, oloroso y amable, como el barrunto de aquel pregón que poco después estaría por las esquinas proclamando la hora del paseo de la tarde, pescadoras recién planchadas y bicicleta con guardabarros niquelados:
--- ¡ Hay mantecado helado, qué riquillo es...!


Hermana antropófago con su tarrina Bombón Noisette:imagen de la felicidad, inquebrantable al paso del tiempo, que proporciona un helado de chocolate

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