viernes, 7 de junio de 2013

Las piscinas de Hollywood

"Ella era una robusta belleza americana que reinaba en ese soñado mundo azul..."
(Carlos Colón).


Este jueves, con 91 años, ha fallecido en California la actriz y nadadora Esther Williams, una de las grandes estrellas de la Metro Goldwyn Mayer durante la década de los 40 y comienzos de los 50. De no haber estallado la Segunda Guerra Mundial, habría participado en los Juegos Olímpicos de Helsinki de 1940. A partir de entonces, cambió las piscinas por el cine. En aquellos años, el público americano, azotado por las noticias que llegaban desde el frente europeo, enloquecía con los "ballets acuáticos" de la Sirena de América, una mujer de facciones suaves y complexión atlética y estilizada.
 

Como bien cuenta Carlos Colón en el artículo que hoy le dedica a Esther Williams, tras su estreno en 1944, Escuela de sirenas -el primer gran éxito de la nadadora- se convirtió en la tercera película más taquillera producida por la Metro tras el Ben-Hur mudo de Fred Niblo y Ramón Novarro (1925) y Lo que el viento se llevó (1939).
 

Las piscinas del Hollywood dorado habrían sido un erial sin las piernas de la Williams y, sobre todo, sin la genialidad del director Busby Berkeley. Cuando estudiaba Historia del Cine en la Universidad de Sevilla, recuerdo perfectamente la mañana en la que nuestro profesor, Carlos Colón, se presentó con un DVD que recogía varios números ideados por Berkeley. La cascada humana de su película Footlight Parade (1933) y sus números de showgirls que imitaban los efectos de un caleidoscopio fueron, y no exagero, uno de los más sorprendentes descubrimientos de mis años universitarios.

 
"Allá al fondo, a flor de ritmo,
Se hace y deshace el nudo de las chicas;
Por el caleidoscopio de unas piernas
Contemplamos el aro de las lunas;
cada centro da origen a mil círculos
en los films musicales de la Warner".
(Joan Brossa)
 
Su capacidad para "ordenar miembros" procedía, con total probabilidad, de su etapa militar, cuando fue teniente de Infantería en la Primera Guerra Mundial. Con el tiempo, Berkeley -el gran revolucionario del género musical y el precursor del videoclip- ha sido copiado hasta la saciedad. Incluso en películas de Walt Disney se aprecia su inconfundible sello.
 
 
Como leí sobre Berkeley en una página de Internet: "Ya sé que no es Ingmar Bergman, pero es un cine tan exquisito como el del sueco. Y que se jodan los intelectualoides humeantes. Ahora ya sabéis de donde le viene la inspiración a los directores de los spots de Freixenet".

 
Nota: acabo de ver en Aplausos que Esther Williams no sólo fue acuática, sino también aficionada a los toros tras protagonizar la película "Fiesta Brava" (Richard Thorpe, 1947). En tierra firme, conoció al maestro de secano Juan Belmonte.

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