lunes, 10 de junio de 2013

La bola de cristal de Choperita y el regreso al puticlub

"Antes no había corrupción. Había hepatitis, cirrosis... porque el periodista tenía vicios. Ahora, corruptelas" (José Luis Alvite).
 

La pasada madrugada, ya en la cama, en vez de enchufarme unos tangos del Cabrero, Le Meteque de Moustaki o unas rancheras de José Alfredo, tuve la desafortunada idea de poner en la radio el programa de Molés. Para abrir plaza, entrevistaron a José Antonio Martínez Uranga, Choperita, que tenía la noche llorica y soltó perlas como que al mundo taurino no le quedaba mucho tiempo de vida, una generación a lo sumo. Lo suficiente, pues, para cubrir los gastos de su jubilación y poco más. Como remate a su visión apocalíptica, afirmó que su hijo Manuel (Martínez Erice) y Toño Matilla estaban "condenados a entenderse de por vida". En el pack también metió a Luisma Lozano, probablemente para ignorar, una vez más, a sus primos los Chopera y, de paso, despreciar a su socio Simón Casas. 
 
Choperita anuncia el cartel del siglo XXI
(Fuente: el gran Juan Medina, un genio de los números taurinos)
 
"Esto está mal porque los taurinos no nos unimos. Los taurinos tenemos el 99% de culpa de lo que está pasando", afirmó el padrino Choperita, usando la siempre socorrida fórmula de la primera persona del plural. ¿Acaso no se unieron "los taurinos" para boicotear la corrida de Valdefresno la tarde de la Beneficencia? Para rematar el discurso, el bueno de Molés dijo: "Tenemos que hacer algo para que esto [el toreo] no se venga abajo". Déjalo, Manuel... Mejor no enredes. Pío, pío, que yo no he sido.
 
 
Total, que me fui a la cama con pesadillas de triunviratos: Martínez Erice-Toño Matilla-Luisma Lozano, César-Pompeyo-Craso, Octavio-Marco Antonio-Lépido... Alea iacta est por la mano Choperita. Los demás mortales, abstenerse.
 

Con razón, no hace mucho, oí decir a un picador, completamente asqueado por las corruptelas del sistema, que, cuanto más se subía en el escalafón, más turbia resultaba la panorámica. Por eso, estaba deseando volver a las plazas del Valle del Terror, con sus novilladas de 650 kilos, y sus putas al final del festejo.
 
 

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