jueves, 20 de junio de 2013

Con las trenzas de mi pelo negro, poquito a poco te voy sujetando

"El estilo de la Princesa siempre es elegante y sofisticado, pero Doña Letizia se superó con su look en la cena de gala ofrecida para el príncipe Naruhito de Japón. La princesa, que acudió con un vestido color maquillaje rosado y adornado con flores, sorprendió, aunque no por su vestimenta si no por su pelo. Letizia lucía una estilosa trenza deshecha que le daba un toque desenfadado y moderno" (Europa Press).


Influida por la delicadeza japonesa, Letizia, que suele llevar la melena al viento, ha sucumbido a la belleza eterna de la trenza. La que se hizo en honor de Naruhito, la más grácil de todas, tenía forma de espiga. En otra ocasión, la recuerdo con un moño bajo, bastante cursi, rematado con una trenza que le aportaba un aire medieval. Hace unos años, también se la vio con una trenza que le enmarcaba la frente, como una diadema.


Tradicionalmente, en la copla, las trenzas han sido soga y tormento para los hombres, sobre todo las tejidas con pelo endrino.

"Besó los negros zarcillos finos
que allí dejara cuando se fue.
Y aquellas trenzas de pelo endrino
que en otro tiempo cortó pa' él.

Cuando se marchaba, no intentó ni verla,
ni lanzó un quejío, ni le dijo adiós.
Entornó la puerta y, pa' no llamarla,
se clavó las uñas,
se clavó las uñas, en el corazón".
 
(La falsa monea)
 

"No sé que tiene mi pelo,
que a ti te lleva cautivo,
y es una soga en el cuello,
que no te deja vivir tranquilo.
Desde el día que tu a mi me vistes,
no hubo reposo para tu vida,
porque dices que tengo la cara,
como la madre que tanto querías.

Con las trenzas de mi pelo negro,
poquito a poquito te voy sujetando,
con las trenzas de mi pelo negro,
porque yo en silencio te voy despreciando.
Me camelas con ansia y locura,
por las noches me ves en tus sueños,
y enredando vas en la locura,
y en la amargura,
de las trenzas de mi pelo negro".

(Salvador Guerrero - Mis trenzas)


"Caminito de las Indias
un barco se va perdiendo.
La Lirio corta sus trenzas
con tijeritas de acero,
llenando el mar de suspiros
y el aire de juramentos,
mientras que, roto, en la playa
-veleta de amores muertos-,
clavando su desengaño
en la Rosa de los Vientos,
moreno de sal y luna,
llora y llora un marinero".
 
(Rafael de León - Romance de La Lirio)
 

Cada vez que la bruja quería subir a lo alto de la torre, se paraba bajo la ventana y gritaba: "¡Rapunzel, Rapunzel, lanza tu trenza! Rapunzel tenía un abundante cabello largo, dorado como el sol. Siempre que escuchaba el llamado de la bruja se soltaba el cabello, lo ataba en trenzas y lo dejaba caer al piso. Entonces la bruja trepaba por la trenza y se subía hasta la ventana.


Versión charra de Rapunzel
 

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