lunes, 28 de enero de 2013

Enero es así


"Enero es así. Con días como éste da gloria. Está todo tan limpio, tan lavado el aire, tan recién vestidas tierras y sierras, todo estrenándose. La tierra estrenándose. No hay apenas planta de hombre, huella de animal; sólo, aquí y allá, aparece el aire turbado por la candela de algún talador o aceitunería. Ni apenas pájaros. Alguna avefría silenciosa, alguna primilla a lo suyo, dos lentos grajos. Todo se está quieto. Los caminos perdidos con las lluvias últimas y el agua derramándose sin su uso y sin tasa, por zanjas y regueras, hace más solo el campo con su rumor. Bella, mineral y fría.


Contra el verde tierno del vallado, contra el verde duro y eterno de los olivos, los árboles que perdieron las hojas, hacen como un humo vagoroso. Y donde hay un almendro, hay un poquito de luz que es un temblor. ¿Un temblor? ¿Una música? El aire está delicado alrededor del almendro. Dentro de unos días, cuando menos se espere, temblará. Ahora abriga la sierra unos colores increíbles, hondos, morados, verdes, un vaho de ternura que la ciñe. Ya estarán a punto los primeros lirios entre las grietas de roca con tierra mullida, los primeros narcisos silvestres con su enorme olor".

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"El corazón discurre sobre estos campos. Lo llevan los ojos, los oídos, el olfato. Se hace sentido. Lo sabe, lo acecha todo, lo espera todo, se tiende sobre la tierra, se abriga entre dos surcos, pasa entre los olivos. La belleza es un vuelo. ¿Quién lo dijo? No se está quieta en las cosas y no se mueve de ellas. Dentro y fuera. ¿Cómo decirlo? Parece que somos pocos oscuros, hondos, donde nada llega. Y asomándonos, está todo. La loma, el peñascal, la vera de la zanja, la desazón, la felicidad acechadora, la alegría que apunta, la sombra cernida. ¡Ay corazón, lento y oscuro!


Enero es bellísimo. Va abriendo día a día, surco a surco, secretos al campo. El campo es una inmensa caja de secretos. Y hay que saber verlos. Espiarlos hasta que nos los entregue. Así, yendo de pronto, el simple color de una piedra junto a la que pasamos mil veces sin repararla, la forma de un árbol, la luz de un camino.


Todo va quedando. Lo mismo que la hoja caduca sobre el sembrado añadirá lozanía al tallo, lustre a la hoja, cargazón a la espiga. El sol de esta tarde está creando dentro y fuera, en alma y tierra, calor, sin que nunca acabe enteramente de morir. ¿Qué muere? Todo esto sigue. Y el sonar del campo, del río, entre estas riberas de cielo hermosísimas, deja un largo eco, una llamada eterna a la belleza".

Texto: JOSÉ ANTONIO MUÑOZ ROJAS
Pinturas: ANGLADA-CAMARASA

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