domingo, 16 de diciembre de 2012

Moriremos a los 150 años, sanos como peras, tiesos y sin pensión


A unos "expertos" de Nueva Zelanda, que tienen las neuronas de un koala, se les ha ocurrido animar a los gobiernos a que creen un impuesto (¡otro más!) que grave los refrescos azucarados y los alimentos ricos en grasas saturadas. "En base a los estudios de modelización, los impuestos sobre las bebidas carbonatadas y las grasas saturadas y las subvenciones a las frutas y verduras se asocian con cambios beneficiosos en la dieta, que tienen el potencial de mejorar la salud", han subrayado los koalas.

Fotografías de Martin Parr

¿Por qué el Estado tiene que velar sobre nuestra salud? Si una tarde me doy un atracón de donuts, ya sé que, además de ponerme como una foca, subirá mi colesterol junto al resto de índices malignos. Bueno, ¿y qué? En mis niveles de azúcar mando yo. La cruzada contra los fumadores también me enerva. Los ministros del Santo Oficio persiguen, multan, gravan, señalan y expulsan de los lugares públicos a cualquier ser que lleve un cigarrillo en los labios en pro del bien común, la paz social y la alegría infantil. Sepan ustedes, señores gobernantes, que, desde que prohibieron fumar hasta en la pantalla del cine, le han hecho un daño irremediable a los villanos, mujeres fatales y  rebeldes sin causa.


Ya en 1624, el Papa Urbano VIII prohibió el consumo de tabacó y decretó la excomunión para cualquier cristiano que fumase dentro de un recinto sagrado. El tabaco -sobre todo el esnifado- provocaba estornudos, una reacción corporal, bajo su punto de vista, muy similar a la eyaculación, por tanto, impura para el alma. En 1633, el sultán Murad IV pasaba a cuchillo a una media de veinte personas diarias por inclumpir la ley de no fumar en el Imperio Otomano. Poco después, el zar Miguel se lió a rebanar narices a todo ruso que tuviera el valor de humear en su presencia.



Dentro de poco, nos meterán en la cárcel por zamparnos un bocadillo de jamón en mitad de la calle. Sí, queridos koalas: los embutidos, la yema de huevo y algunos quesos también son alimentos ricos en ácidos grasos saturados. Así que, mientras vienen a por nosotros, esperemos fumando un buen cigarrillo a lo Gardel.



Moriremos a los 150 años, sanos como peras, tiesos y sin pensión.

1 comentario:

  1. Los gobernantes han heredado de las iglesias el afán por regular nuestras vidas y conducirnos a una salvación cívica. Les encanta prohibir para que no nos apartemos de la senda correcta. Disfrutan convirtiendo chinitos.
    Mi difunta abuela, persona educada, mandaba a la gente a la mierda pidiéndoselo por favor: ¿Me hace usted el favor de irse a la mierda?
    Y es que el ciudadano no existe, solo el rebaño. ¿Me hace usted el favor...?

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