sábado, 6 de octubre de 2012

Desencuentro entre el toreo clásico de Sergio Aguilar y la bravura de los Valdefresnos


Sergio Aguilar torea más bien que la mar: siempre en el sitio, colocado entre los pitones, puro y seco. Sin desplantes ni alharacas. Toreo serio. Macizo. Quizás por eso no llega a "la masa" (ni lo hará en un futuro, por desgracia). Aguilar no entiende de marketing; sólo de toreo clásico. Lo mejor de la tarde lo ha firmado con la mano izquierda: una serie de naturales al hilo de las tablas del 2 como hacía tiempo que no se daban en Las Ventas. El primero de Valdefresno, rajado y aquerenciado a chiqueros, no le permitió hacer más. La fortuna tampoco lo acompañó en el cuarto, un toro encastado que apretó mucho en el caballo y al que le propinaron un tercio de varas criminal. Llegó a la muleta desfondado y Aguilar trasteó de la única manera de sabe: de frente y sin trampa ni cartón. Sorteó, con diferencia, el peor lote.

Aguilar, al borde de la desesperación, porque nunca le sale un toro en Madrid.
Fotografía: Juan Pelegrín

Nicolás Fraile ha traído una buena corrida de toros a Las Ventas: sobresaliente en la forma (así se viene a Madrid, ganadero) y notable en el fondo, con un toro de lío: el tercero, de Fraile Mazas y de nombre "Cartuchero", y otros que hubieran merecido otra lidia.

"Cartuchero", esta mañana en los corrales
 
A Iván Fandiño poco le ha faltado para abrir una Puerta Grande superficial, de una y una, que se truncó por fallar con el descabello en el quinto. Este toro, protestado en los dos primeros tercios por trastabillear, fue a más en la muleta, donde galopó con alegría y descolgó la cara. El de Orduña -con una disposición irreprochable- no supo encontrarle los terrenos (a veces a favor de la querencia, a veces en contra), ni el tiempo (muy acelerado), aunque sí la distancia, citándolo de largo para enseñar el tranco del toro. Esta vez, el corazón del torero bombeó con demasiada fuerza y las ansias por abrir la Puerta Grande estropearon la faena que culminó con un estoconazo (dio la vuelta al ruedo). En el segundo, tardó en verle su buen pitón derecho y el trasteo se pasó de rosca. Volvió a matar de forma espectacular y cortó una oreja que el público pidió mayoritariamente. Legítima, por tanto.


En cuanto a David Mora -que tuvo el bonito detalle de brindarle un toro al Chano, presente en la plaza-, se le fue escandalosamente el tercer ejemplar de los Fraile, un animal con emoción, nervio y acometividad, que lo desbordó en la muleta. Lo más destacable fue la manera de ponerlo en suerte en el caballo, galleando. Con el sexto, deslucido y rajado como el primero, pasó sin pena ni gloria tras recibirlo de capa con gusto.



Tarde muy entretenida que culminó en el patio de arrastre con felicitaciones para Nicolás Fraile y su familia, ganaderos de los de antes. Como me confesó Nicolás en una ocasión: "Nosotros siempre hemos vivido a orilla de la vaca y del churro". Que sigan así.

1 comentario:

  1. Claro, claro, mejor que poner garra y fibra como hizo Fandiño en el quinto (la única manera de meter de nuevo en la tarde a un público que la tomó con el toro, que no volvió a doblar una mano, de eso no pones nada) es pasarse de austero y solemne y pegar un muletazo cada tres cuartos de hora con el corsé apretado hasta la asfixia, que es como torea Aguilar. Que buen torero es, que buen concepto, que buenas formas... 20 tardes como matador en Madrid y ni una sola oreja... ya está bien del cuento...

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