martes, 11 de septiembre de 2012

Ejercicios de erotismo, insinuación y sensualidad

El domingo pasado, sobre las cinco de la tarde, cruzaba andando Chamberí camino de Las Ventas. Iba delante mía una muchacha de no más de dieciocho años que, a cada paso, tenía que sujetarse la camiseta que dejaba al descubierto tres cuartas partes de su espalda y, por supuesto, la ropa interior. No sé adónde se dirigía, pero seguro que llegaría desnuda. Hasta que la adelanté en un semáforo en Ríos Rosas, me preguntaba: ¿qué ha sido de la insinuación (dar a entender algo sin más que indicarlo o apuntarlo ligeramente), del arte de dejar ver sin enseñar? ¿Desde cuándo nos hemos convertido en una civilización tan soez?
Hace poco, leía este artículo de Vargas Llosa: "El erotismo ha desaparecido, al mismo tiempo que la crítica y la alta cultura. ¿Por qué? Porque el erotismo, que convierte el acto sexual en obra de arte, en un ritual al que la literatura, las artes plásticas, la música y una refinada sensibilidad impregnan de imágenes de elevado virtuosismo estético, es la negación misma de ese sexo fácil, expeditivo y promiscuo en el que paradójicamente ha desembocado la libertad conquistada por las nuevas generaciones. El erotismo existe como contrapartida o desacato a la norma, es una actitud de desafío a las costumbres entronizadas y, por lo mismo, implica secreto y clandestinidad. Sacado a la luz pública, vulgarizado, se degrada y eclipsa, no lleva a cabo esa desanimalización y humanización espiritual y artística del quehacer sexual que permitió antaño. Produce pornografía, abaratamiento procaz y canalla de ese erotismo que irrigó, en el pasado, una corriente riquísima de obras en la literatura y las artes plásticas, que, inspiradas en las fantasías del deseo sexual, producían memorables creaciones estéticas, desafiaban el statu quo político y moral, combatían por el derecho de los seres humanos al placer y dignificaban un instito animal transformándolo en obra de arte".

Las películas del Hollywood clásico reflejaban esta "refinada sensibilidad" a la que hacía referencia Vargas Llosa. Los hombres se enamoraban de Rita Hayworth sólo con aflojarse un guante o entonar una canción a medianoche sobre una mesa.


En aquellas películas de cine negro, la seducción era un arte dentro y fuera de la pantalla. Bogart se enamoró de Lauren Bacall, "La Mirada de Hollywood", en el rodaje de "Tener y no tener". Ella tenía 19 años. La frase: "si me necesitas, silba", se hizo mundiamente famosa tras la película.


En el verano de 2010 fallecía Patricia Neal, la actriz que se enamoró locamente de Gary Cooper. "Es una de las cosas más maravillosas que me ha sucedido en la vida. Le sigo amando, incluso ahora", escribió en su autobiografía. Cooper estaba casado y el romance con Neal terminó cuando su mujer rechazó concederle el divorcio.



Su actuación en "El cartero siempre llama dos veces" lanzó al estrellano a Lana Turner y a sus infinitas piernas. Fuera del restaurante-gasolinera donde trabajaba Turner colgaba un cartel: "Se necesita hombre" ("Man wanted"), un juego de palabras que encerraba un doble sentido: la necesidad de un hombre para trabajar, pero también para amar.


Continúa Vargas: "Hacer el amor en nuestros días, en el mundo occidental, está mucho más cerca de la pornografía que del erotismo y, paradójicamente, ello ha resultado como una deriva degradada y perversa de la libertad [...] Por ello, si queremos que el amor físico contribuya a enriquecer la vida de las gentes, liberémoslo de los prejuicios, pero no de las formas y los ritos que lo embellecen y civilizan, y, en vez de exhibirlo a plena luz y por las calles, preservemos esa privacidad y discreción que permiten a los amantes jugar a ser dioses y sentir que lo son en esos instantes intensos y únicos de la pasión y el deseo compartidos".

Burt Lancaster y Deborah Kerr en "De aquí a la eternidad"

3 comentarios:

  1. Hermosa escuela de sutileza

    Carlos
    (desde la antigua y solitaria tasca)

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  2. Es que los "buenos entendedores" son una especie en extinción... hogaño hacen falta "muchas palabras" para poder decir las cosas.

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  3. Aunque políticamente estoy en las antípodas de Vargas Llosa,culturalmente le doy toda la razón.El siglo que se fue,y éste que comienza,son la demostración más palpable de que es más fácil copiar lo malo que lo bueno,y eso es lo que ha ocurrido,gracias a la colaboración de la chatarra televisiva norteamericana que ha arrasado a todas las culturas esparciendo un modo de vida bajo,soez y estúpido,imitado puntualmente por las cabecitas huecas que cifran todas sus aspiraciones vitales en la "diversión" y el fútbol,gran negocio para pocos y alienación para el resto.Lo de Galiano sólo sirvió para poner de manifiesto la estupidez colectiva,pero no sólo él se benefició,también se benefician los cantorcitos de cuarta,pintores que no pintan,escritores que duran lo que un suspiro,"músicos" de música chatarra...Parece que se ha olvidado el cuento del vestido del rey,y aquella aldea que festejaba la estupidez de su monarca se ha "globalizado",ahora todo el mundo festeja la burrada,la ignorancia,la evasión a ultranza,en una palabra,la estupidez.

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